Recibió los primeros rayos de sol en la ciudad de Utrera, cuna de grandes artistas flamencos el 22 de Febrero de 1964.

Con el nombre de Manuel, fue bautizado en la pila bautismal de Santiago El Mayor. Contando entre su familia grandes artistas y aficionados al flamenco, cabe destacar a su bisabuelo paterno Chocolate, Curro Malena (primo por parte de padre), Ana Peña (prima), Manuel de Paula.

Desde muy pequeño, este cantaor, lleva el flamenco como una forma de vida.

Su madre, vendiendo caracoles y cabrillas en los soportales de la plaza de Abastos de la ciudad, pregonando su mercancía, entonaba cantiñas y tanguillos, que acunaron sus primeros años. En ella y el resto de su familia, aprendió desde niño los secretos del  cante, a ver el flamenco como una forma de vida, como una concepción del mundo, desde la perspectiva flamenca.

Aficionado al cante desde la niñez, empieza a hacer sus primeras actuaciones en la calle, y comienza a cantar en celebraciones familiares, continuando con actuaciones en bodas, bautizos, casetas de feria y comuniones, así como en varias galas benéficas... se encuentra muy influenciado por Bambino el gran maestro de la rumba.

Su primera  salida profesional fue en distintas ciudades andaluzas, continuando con un recorrido por España y otros países europeos derrochando su arte, debutó  En Mont de Marsan (Francia), repitió dos años consecutivos en este festival, después con el  espectáculo La fiesta infinita, varias actuaciones en Cataluña, Alicante, Santa Pola, Toledo (Cabaña de Sagra), Barcelona (Los Tarantos)…

Su timidez personal, se engrandece en el escenario con el ritmo palpitante del corazón flamenco.

Nos deleita con esa melodía y ese torrente de voz que hiere cuando matiza letras que nos llega a lo más profundo.

Una forma de llevar el compás gitano de Utrera, que nos hace estar despierto en cada segundo de esa maravilla de música, tono y melodía, que nos absorbe en sus momentos de actuaciones.
Manuel Amaya

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